sábado, 26 de diciembre de 2020

FELICITACIÓN NAVIDEÑA

 Después de darle algunas vueltas, y aunque me rondaba otra idea coronavírica, finalmente decidí olvidar por un momento el tema que lleva de actualidad durante todo el 2020 para  confeccionar una felicitación navideña "universal". He de agradecer la ayuda y paciencia de mi hermana Sheila en el montaje del correspondiente vídeo: 


El collage está compuesto por múltiples imágenes reales aunque la mayoría de años de antigüedad (mis hijos ya están muy creciditos aunque yo me mantengo joven...)que delatan otra de mis aficciones: la naturaleza, concretamente los ecosistemas ibéricos, y muy especialmente la fauna, interesándome particularmente reptiles, anfibios, mamíferos y aves rapaces...y en general cualquier "bicho" me fascina.

En mi tierna infancia las primeras notas de la Cabecera del programa "El Hombre y la Tierra" me arrastraban al televisor, una ventana me mostraba no solo grabaciones  sino verdadera didáctica sobre el mundo natural. Conocimiento y respeto van parejos. Mi infancia en la Ribera del Tuerto, provincia de León me permitió el contacto directo con esta naturaleza que tanto me entusiasmaba. Una pena que por entonces apenas tomásemos fotografías, ya que por desgracia hay situaciones y vivencias que jamás podrán ser recuperadas aunque las conservo en mi memoria. Esas charcas en el monte repletas de vida anfibia donde los "raposos" aprovechaban para dar caza a los despistados que se acercaban a beber, las ranitas de San Antonio colonizando el jardín de mi abuela, las lechuzas como fantasmagóricos seres noctámbulos...mi abuelo cabreado cada vez que me descubría llevando alguna culebra a la casa, los cernícalos anidando en la ruinosa casa vecina, la comadreja atacando el gallinero...

En mi vida adulta he tratado de transmitir a mis hijos esta curiosidad y respeto por cada criatura maravillosa que conforma nuestra fauna ibérica, y cuando podemos, realizamos "expediciones" en busca de diferentes animales que siempre dejamos en libertad y a los cuales jamás hacemos daño.


En otras ocasiones vecinos y amigos nos localizan para rescatar algún animalillo que se ha colado en su casa, en su jardín...o incluso en su bañera. Aprovechamos para fotografiarlos y  son liberados, salvo en casos puntuales cuando nos encontramos algún herido, al que buscamos la manera de curar y restablecer a su hábitat con la mayor premura. Ha habido también  lances con ejemplares de especies invasoras.

Desde este Blog que inicialmente va de Enfermería, aprovecho para remarcar la estrecha relación que mantenemos con nuestro medio, y la suprema importancia de cuidarlo. En la "Era del Hiperconsumo" en que vivimos con prisa, y consumimos sin disfrutar apenas de lo que compramos, estamos olvidando la felicidad innata de "simplemente vivir", en armonía con el medio. Hace casi 24 años que abandoné el nido parental, y mi madre me preguntaba con cierta inquietud: 

-¿Estás seguro de irte al pueblo en lugar de elegir una ciudad con muchas más oportunidades? 

Mi respuesta fue clara:

- Madre, necesito tanto como el comer ver las estrellas por la noche y escuchar el canto de los pájaros cada amanecer.


Hoy vivo en un "pueblo grande", aunque la bella Astorga tiene por tradición y cultura catalogación de "Ciudad Monumental", mi vivienda al estilo de las viejas casas de pueblo, situada en una zona muy tranquila, me permite disfrutar de unas buenas noches estrelladas, y mi jardín asaltado por mirlos, petirrojos, estorninos, jilgueros y colirrojos me ofrece unos conciertos espectaculares. ¿Hay algo más hermoso?

Por cierto CUIDAR es mi profesión, también mi vocación...pero en su sentido amplio, cuidar el entorno es también cuidarnos todos. ¿Tan evolucionados somos que olvidamos que somos unos "monos" inteligentes flotando en un pedrusco azul en el espacio? Inteligentes pero muy animales.

Me preocupa y mucho el futuro de nuestro entorno, de los espacios naturales, de nuestra fauna...portadora de genomas que como esculturas el tiempo ha ido labrando durante milenios, y por tanto verdaderos tesoros animados.


Veo que en nuestra sociedad falta un "Félix", pero esencialmente falta nuestra capacidad para compaginar una "vida moderna", llena de comodidades con esa curiosidad infantil por mirar más allá del asfalto y de una vez por todas lanzarnos a tomar decisiones valientes que protejan no solo a nuestros bosques, a nuestra fauna, a las aguas, al aire que respiramos y que arrastra mucho más que oxígeno...necesitamos protegernos nosotros mismos de tanto veneno como vertimos, de tanta basura como lanzamos, y de este consumismo que no nos lleva más que a la locura y al desastre.

Apelo a nuestras autoridades, de todos los signos para que emprendan iniciativas, principalmente a nivel educativo, también a los padres, ya que quienes nos van a gobernar en pocos años, apenas levantan su vista de la pantalla, y no precisamente para ver "El Hombre y la Tierra"...la mayoría no distingue un tritón de una lagartija, y muchos no han visto en su vida una rana.

Os deseo unas Felices-Responsables Fiestas y un 2021 lleno de salud, amor y trabajo...lo demás es superfluo. 






lunes, 14 de diciembre de 2020

TEST DE ANTÍGENOS

Aunque el Ministerio de Sanidad aprobó su uso y distribución a finales de septiembre, fue bien entrado octubre cuando comenzamos a utilizarlos en los centros sanitarios de nuestra Comunidad.
También se habló de ellos como los "sustitutos de PCR", dada su aparente similar "fiabilidad" en términos de sensibilidad y de especificidad, adicionando otras ventajas como la obtención de resultado in situ, y en una fracción de tiempo de unos 15 minutos...sin embargo, estos test de antígenos versus PCR, no solo no alcanzan los estándares de fiabilidad en idéntica magnitud que esta última prueba, sino que habiendo demostrado ser de gran utilidad en casos de infección activa sintomática, mas no sucede así cuando testeamos o buscamos infección activa en asintomáticos. Si bien en cuanto a especificidad (porcentaje de falsos positivos) podemos compararlos con la PCR, no sucede así en lo relativo a sensibilidad (porcentaje de falsos negativos), precisamente por dejar "escapar" algunos COVID+ asintomáticos.
Se basa el test de antígenos en el mismo principio que los test de anticuerpos (inmunoensayo cromatográfico) que en este caso detecta proteínas virales, y es capaz cuando lo hace de teñir una franja concreta de la placa donde se aplica el reactivo. Os remito a mi publicación https://laotraenfermeria.blogspot.com/2020/11/los-test-de-anticuerpos.html sobre los test de anticuerpos, donde explico que una franja tenue en esos test y también en el que ahora nos ocupa ha de ser considerada POSITIVO.
Estos test son muy sencillos de realizar para un enfermero, pero nunca son aptos para personal no entrenado, puesto que, la muestra, como en PCR se toma de nasofaringe, y es preciso para empezar, tener nociones anatómicas muy claras (he llegado incluso a ver a algunos compañeros causar molestias y daños a pacientes por realizar incorrectamente la técnica), también hay que disponer de un lugar adecuado, bien ventilado y alejado del circuito "limpio", y de medios DECON y una correcta gestión de los residuos.
Por cierto, me voy a "mojar", veo viable su realización en farmacias, siempre que estructuralmente cuenten con los requisitos sanitarios y doble circuito necesarios, y quien lo realice y/o supervise sea un enfermero, aunque no radicando su utilidad en la detección de asintomáticos, quizás tampoco es lo más aconsejable su utilización como testeo masivo de forma aislada...aún así no dudo, y así se está demostrando en los casos en que se han utilizado para tal fin, que detecten algunos de estos asintomáticos, y eso sería uno de los argumentos a favor. Como parte de un cribado con test de anticuerpos en primera instancia, complementando con este tipo de test para pacientes con IgM+, tendría cierta justificación, aún así, siendo el resultado negativo, acabaríamos solicitando PCR (prueba que detecta ARN viral).
En los centros sociosanitarios se están realizando cribados mediante test de anticuerpos + test de antígenos, recomendándose estos últimos para personal y residentes con IgM+ e IgG-, y también a aquellos con Ig- e IgM- para tratar de descubrir esos posibles activos asintomáticos, justificando la mayor comodidad y rapidez de esta prueba frente a PCR en este colectivo (principalmente entre los ancianos).
En cuanto a la técnica de toma de muestra y lectura del test, es sencilla, se trata de acceder con un hisopo a nasofaringe, mucho mejor si se hace a través de ambas coanas, y depositar la muestra en un tubo flexible con el correspondiente reactivo, presionando las paredes del cilindro. Una vez cortada la  porción sobrante de varilla del hisopo, se coloca el tapón superior (por seguridad), y se retira el tapón inferior dejando caer 5 gotas en el "pocito" de la placa. En 15 minutos se obtendría resultado positivo si además de la franja de control apareciese esa segunda franja confirmatoria. La otra opción sería considerada negativo, y en el supuesto de no aparecer la franja de control, la prueba sería inválida y habría que repetirla.
Por supuesto, otra de las ventajas es el menor coste de este tipo de test frente a PCR que fácilmente puede resultar unas 10 veces más barato.
Os dejo el enlace al vídeo paralelo en YouTube, dejando claro para los malpensados que el test no fue desaprovechado, sino que mi "víctima", a la que estoy muy agradecido, voluntaria pero también con criterios en aquel momento para ser sometida al test, se benefició de este pequeño montaje para conocer su hipotético "status COVID". 


domingo, 6 de diciembre de 2020

LA CRESTA DE LA PRIMERA OLA

 

Al comienzo de la pandemia en nuestro país, que no solo cumplía sino que superaba mis peores pronósticos, tuve la desgracia de sufrir el ataque en mi geriátrico. "Las desgracias nunca vienen solas", decía a menudo mi abuelita Irene, que en paz descanse. Y así fue, para colmo, quien se suponía que debía ayudarnos, nos hizo en algún momento tanto daño como el brote en sí mismo. Esto motivó mi escrito: "Susto, Covid, Muerte y Aplausos", que escribí apenas un mes tras la desgracia, y aún en estado de "shock". Mientras esto sucedía y lo vivía en primera persona sumido en una especie de película de terror, madre, hermana, familiares, amigos y vecinos iban enfermando...algunos murieron a causa del minúsculo pero deletéreo asesino, como el tío Santiago, o la tía Luisa, a los que no podemos olvidar, tanto por las circunstancias de su fallecimiento como por la imposibilidad de despedirlos en tiempo y forma como hubiésemos querido.

Poco después escribí "El pecado de ser Viejo, la Inconsciencia de Otros". Si bien ambos escritos fueron publicados en diferentes sitios: blogs, revistas, etc...(lo cual agradecí mucho), este útimo fue rechazado tras un compromiso de publicación en una web, porque su suspicaz creador estimó "que contenía connotaciones políticas"; me sentí muy ofendido, porque llevaba semanas dándome largas para finalmente no publicarlo, y la urgencia radicaba en que la difusión que esperaba a través de esa plataforma, podría cumplir con su cometido de Educación para la Salud, única finalidad a parte de mi desahogo personal a través del relato de mis experiencias profesionales. Dicho esto, sin duda, habría escrito lo mismo con cualquier gobierno que se precie, ante actuaciones u omisiones o errores garrafales en gestión y prevención similares. Mi lucha es contra el COVID, pero eso conlleva abarcar mucho terreno, y granjearse algún que otro enemigo. No me importa, porque hablar claro es lo que siempre he pretendido, y es una de mis máximas, y si eso ofende a alguien, o ve fantasmagóricos trasfondos subyacentes, quizás son esas personas quienes tienen un problema.

Tenemos un problema de "libertad", también de libertad de expresión en esta "Era de la Hipercomunicación", en que todo ha de ser políticamente correcto, para evitar que algunas sensibilidades se ofendan. Lo siento, si en mi esperáis a ese ser perfecto que mide las consecuencias de sus palabras hasta lo enfermizo, o busca el aplauso y connivencia de la mayoría, o simplemente coleccionar muchos "seguidores", quizás os habéis equivocado de blog.

Mi agradecimiento para mis compañeros de SECiMe, especialmente para Juan Luis Badallo León, por publicarme en su blog: "Enfermero de Familia", que os recomiendo muy especialmente a todos los profesionales enfermeros de la Atención Primaria, a la revista "Los Tres Alisos", del pueblo de Villarnera de la Vega, y su redactora, María del Pilar Fernández Aparicio, por proponerme en la publicación de su número 9.

Sin más, os dejo uno detrás de otro, dos escritos, en formato totalmente original y sin censura alguna; entended la época de su escritura publicación, en plena cresta de la llamada "Primera Ola", hace que muchas cuestiones hoy, nueve meses después, ya estén desactualizadas, pero perfectamente sirven muchas otras como advertencia para hacer bien las cosas, o la "Tercera Ola", nos reventará las festividades navideñas...

Veréis fotos que quizás no concuerdan aparentemente con los temas referenciados, la verdad, pocas fotos tengo disponibles de esta época, e hice lo que pude por ilustrar los escritos...en el segundo de ellos me veréis (¡con pelo!, foto de unos 16 años de antigüedad) en compañía de mi prima Yoli, y de mi tío Santiago, fallecido por COVID al que dedico especialmente  lo que sigue, y que espero que al menos, os haga recapacitar....¡Ahí van!



SUSTO, COVID, MUERTE, y APLAUSOS



SUSTO

Aquella lejana tarde, no esperaba ese recibimiento. Mientras me adentraba en la residencia geriátrica donde llevaba tantos años trabajando, un sepulcral silencio lo envolvía todo…¿dónde está la gente? ¿mis ancianitos? ¿los trabajadores?

Caminé hacia el salón principal atravesando la “Sala multiusos”, donde suponía que estaría la mayor parte de residentes en compañía y bajo la dirección de “la señora maestra”,  Sara, la terapeuta ocupacional;  del silencio pasamos al estrépito sin aún haberme dado cuenta de lo que pasaba…allí estaban todos, esperándome conchabados para darme la gran sorpresa...un extenso aplauso, a mi dedicado, no pude evitar que la emoción arrancara de mis ojos unas lágrimas que con disimulo traté de contener; tras agradecer esa muestra inesperada de gratitud y cariño, aproveché para dar una nueva charla sobre las medidas ya adoptadas para evitar que ese mal bicho, el “hijoputavirus o algo así” les dije en tono jocoso, entrara en nuestra pequeña residencia para causar el desastre. Reímos, cantamos, bromeamos…se nos antojaba aún muy lejana esta posibilidad ese último día de “relax” y fiesta que recuerdo en nuestro centro, siendo un día redondo: veinte de marzo de dos mil veinte.

Nuestro “hogar-geriátrico” era aquel día una verdadera familia formada por veintisiete residentes, tan solo tres hombres en aquel grupo heterogéneo y variopinto, la directora, siete auxiliares, la cocinera, el médico, la fisioterapeuta, la terapeuta ocupacional, y yo mismo, el enfermero o “practicante” como ellos a menudo preferían llamarme. Nos conocíamos a la perfección, sabíamos con detalle las preferencias, vulnerabilidades, cualidades y necesidades unos de otros. Todo estaba bien organizado, cada cual cumplía con sus obligaciones, las familias habían sido conformistas con la decisión de evitar las visitas “hasta que superásemos el período de mayor riesgo de contagio”…todo había sido estudiado, pensado y organizado para que el SARS-COVID-19 pasara de largo…sin embargo, no sabíamos ni queríamos imaginar lo que sucedería apenas una semana después.



Pilar era una mujer enjuta e hiperactiva. Su Alzheimer avanzado la poseía y confinaba a una vida “cama-sillón”, pero su pasado como profesora de educación física había conservado en ella unas capacidades elásticas y una fuerza difícilmente imaginables. Aquel veintisiete de marzo, Pilar apenas se movía, su rostro inexpresivo a la par que lánguido era preocupante. Comprobadas sus constantes observé que su temperatura rebasaba los treinta y ocho y medio, y la auscultación pulmonar revelaba una falta casi total de ventilación en el pulmón derecho. Sin duda, padecía una neumonía avanzada y muy grave; no daba crédito pues cuarenta y ocho horas antes se adivinaba un incipiente cuadro catarral, manteniendo unas constantes más que aceptables y una función respiratoria íntegra. Aún así, Mario, el facultativo de la residencia la había valorado el día anterior y su estado no parecía aún inquietante. Ante tal situación solicité ayuda al teléfono de emergencias 112, y tras hablar con una médico explicando el estado de la paciente, esta nos envió una ambulancia “especial COVID” para recoger a la paciente. Efectivamente, mi sospecha era propia de tal decisión y cruzaba mis dedos para que esto no se confirmara. Aporté un informe en el que expliqué concienzudamente todos los datos relevantes de la señora Pilar: antecedentes, medicación, constantes, y sospecha clínica…sin olvidar mencionar que la paciente estaba institucionalizada.

Desgraciadamente, veinticuatro horas después nuestra querida Pili falleció, de lo cual tuvimos constancia por su sobrino, único familiar de contacto, que fue informado del triste suceso, sin dar más datos que “ a causa de una neumonía”.

COVID

Mi impaciencia me hizo buscar el modo de enterarme de la causa real de esta desgracia; con gran alarma pude comprobar en uno de los informes que obtuve, la determinación que  nunca habría querido leer, mi corazón golpeaba fuerte dentro de mi caja torácica cuando con una mezcla de rabia, miedo e incertidumbre leía:  “...COVID POSITIVO”.

Un tremendo golpe de realidad me mantuvo congelado durante medio minuto mientras la sangre y las ideas se agolpaban en mi cerebro. Después del shock, a flor de piel la adrenalina, contacté con la directora del centro, para que procediese en tanto yo llegase, a extremar las medidas de aislamiento interno, y de protección en general.  Maite no era capaz de reaccionar, aunque ya habíamos puesto en marcha un plan de contingencia, era muy duro saber de forma objetiva que “el bicho” estaba entre nosotros, que debíamos mantener a todos y cada uno de los residentes apartados en sus habitaciones donde recibirían sus atenciones, y la probabilidad de que muchos otros residentes y nosotros mismos estuviésemos ya infectados era muy elevada. Solicité ayuda a la Gerencia Sanitaria de mi Área de Salud de la que días antes habíamos recibido algunos comunicados ofreciendo colaboración si se precisaba. Pronto contestaron para indicar que siguiésemos trabajando “con mascarilla quirúrgica”, y que nos enviarían una doctora designada desde la misma Gerencia para evaluar la situación. Entre tanto, valoré a cada uno de los ancianos, y ya pude comprobar que había signos y síntomas compatibles con infección por coronavirus en al menos media docena de ellos.

 

MUERTE


La “doctora COVID” entró en nuestra residencia con aspereza, pintando un futuro  poco halagüeño, abroncando al personal y exigiendo listados de comorbilidades y constantes entre otros.  Adiviné unos ojos claros tras la pantalla que protegía su rostro, y de su físico, salvo su estatura, poco o nada permitía intuir su E.P.I. completo. Apenas unos minutos tardé en chocar y discutir con ella, aunque comprendía que la gravedad del momento exigía “hablar poco y hacer mucho”, y, siendo plenamente consciente de  la gran responsabilidad del trabajo encomendado a la médico que tenía enfrente, ya que para entonces ya había tenido algunas noticias de su labor en muchos otros centros de la zona, decidí atender sus instrucciones y discutir lo justo.

Ni las bombas de antibióticos, ni los corticoides, ni la supresión de los hipotensores (I.E.C.As y A.R.A II), evitaron que en los días sucesivos fuesen enfermando hasta la muerte otras ocho personas, víctimas de un enemigo silente pero muy mortífero. El asesino sabía ocultarse quizás  bajo el colchón, o tal vez diseminado por el aire, pero sus golpes silenciosos eran muy certeros.


Puedo asegurar que durante esas interminables y crueles jornadas llegué a plantearme cuestiones hasta entonces nunca antes imaginables, hasta el propio ejercicio de mi profesión, de la que siempre he estado enamorado. Tal era la sensación de angustia, viendo sin más remedio cómo iban cayendo nuestras queridas “abuelitas”, (los escasos hombres sobrevivieron) muriendo sin la compañía de sus familiares, negado el derecho a ser atendidos en un centro hospitalario “por protocolo”, y con la última imagen en sus retinas de una especie de “astronautas” ocupándose de sus cuidados básicos. Esas mujeres que tanto trabajaron para sacar adelante a sus hijos, nietos, e incluso biznietos, a quienes la crueldad de la guerra les había arrebatado su niñez y juventud, ahora, otra “guerra” las confinaba, privaba de derechos, las dejaba de nuevo huérfanas, y las mataba en cuestión de días. Vivimos todos los trabajadores un verdadero infierno más por los sentimientos de impotencia, tristeza y desesperanza, que por los riesgos que también corríamos de los que nos olvidábamos una vez rebasado el umbral de entrada. Siempre oía que los sueños se cumplen, pero nadie me advirtió que quizás también las pesadillas.

En este momento, a dieciocho de abril, aún sin cumplirse un mes desde aquellos aplausos, escribo estas líneas con guantes, mascarilla, y una pantalla que distorsiona mi visión, todo son dudas, y mantengo la desagradable sensación de haber sido “timado” por quienes debieron habernos informado bien, y ..¿Por qué no? -también alarmado, no hay nada de malo en las alarmas, son las que nos ponen en marcha para actuar ante un posible ataque del tipo que sea, para abastecernos de los medios oportunos para combatir al agresor y solicitar a tiempo los apoyos necesarios para neutralizarlo cuanto antes. Cada noche me despierto varias veces, sobresaltado y empapado en sudor, para volver a una realidad que continúa y empata perfectamente con la pesadilla. Cada día sufro por mi esposa y mis hijos que han sido el motor de mi vida y mi lucha en todo este desastre.

Es muy posible que mi pequeño geriátrico no se recupere, su directora teme volver a pasar por   una catástrofe de esta magnitud, y yo la entiendo, porque está claro que el virus no solo es capaz de producir complicaciones orgánicas graves sino que también ha sido capaz de machacarnos a nivel emocional. Además de lo vivido en la residencia, el COVID ha matado a mi tío Santiago, y a una de las tías de mi mujer, Luisa, entre otros familiares más alejados, y lo han padecido y superado muchos otros, mi madre y hermana incluídas. Hemos perdido vecinos y compañeros, y no hemos podido ni despedirlos ni llorarlos más que en el silencio de nuestras casas. El criminal, ha sabido urdir su terrible plan hasta herir lo más profundo de lo humano.

Mi testimonio no piensa ahora en futuras vacaciones, es solo una versión realista de lo “pasando”,   un invitación a reflexionar y a aprender para que seamos capaces de anticiparnos y “alarmarnos” a tiempo en próximos ataques...en este momento reina la incertidumbre, aunque no dudo que seremos capaces de encontrar no uno, sino decenas de remedios frente  a esta pandemia, con la desventaja de que la búsqueda llevará tiempo; tiempo que costará vidas, sufrimiento y penurias. Por eso acabo de solicitar autorización para emprender un estudio sobre factores de inmunidad frente al “coronabicho”, porque quizás pronto encontremos soluciones parciales al problema que tanto se necesitan…El tiempo lo dirá...

APLAUSOS


Desde estas líneas y entre ellas, aprovecho para aplaudir con toda mi energía a quienes están ayudando en múltiples aspectos, no a los que realizamos nuestro trabajo, recibiendo un sueldo por ello, más lo merecen todos aquéllos que de corazón y de forma desinteresada, ayudan exponiendo su salud. Entre ellos está Dani, el joven profesor de mi hija, que además de cumplir con su trabajo con grandes dificultades, y a distancia, participa como voluntario en algunas residencias afectadas por el pernicioso COVID, con un cariño y entrega digna de admiración; hay muchos otros “danis”, mi gran ovación para ellos, porque realmente han sabido hacer que la pandemia saque lo mejor y más grande de su condición humana.

 

Javi Prieto.





 EL PECADO DE SER VIEJO, LA INCONSCIENCIA DE OTROS.

...¿Quién dijo desescalar?

Desde que apareció ese neologismo: "DESescalada", algo en mi se revuelve cada vez que alguien lo pronuncia. En apenas mes y "miedo" he sufrido muy de cerca el azote de la pandemia. Puedo decir sin dudarlo que mi vocación y mi profesión son la misma cosa; suelo confundir fácilmente ocio con trabajo, cosa que acarrea no pocas veces ciertas discrepancias familiares, aunque mi fortuna radica en contar con una esposa que me apoya en todas mis decisiones, incluso en mis muchas equivocaciones.

En nuestra escala jerárquica, ¿Dónde quedan los viejos?


La muerte ha acechado a familia, vecinos y pacientes, consumando su terrorífico plan en no pocos casos, clavando sus cánidos colmillos de forma oportunista en aquéllos que no tuvieron tiempo o capacidad para la huída. He visto expirar demasiadas personas en apenas un lapsus de tiempo. Me he retorcido de rabia al verme obligado a aceptar que la situación ¿exigía? permitir y facilitar que muchos de nuestros mayores abandonaran este mundo para evitar ocupar una plaza en la U.C.I de turno, quizás se necesitaría más tarde para albergar a alguien más joven... posiblemente una persona maravillosa, o tal vez a otro que hubiese pasado por la vida sin pena ni gloria, egoísta, malvado, con su salud seriamente dañada por absoluta y perniciosa entrega a múltiples vicios...y sin embargo joven. Es doloroso cuando has vivido y has crecido con tus abuelos, ver lo que ahora les devolvemos, no a los míos, ya que desgraciadamente solo me queda mi "yaya", Isabel, que a sus noventa y cinco está preciosa pero sus neuronas ya patinan y a veces derrapan, por el momento, libre de COVID. El mensaje era muy claro y se reducía a: "si has de morirte, anciano, al menos no molestes, ni se te ocurra ir al hospital, y si lo haces, que sepas que no tendrás cama en Cuidados Intensivos...y de respirador …ni hablamos".  Maldita ingratitud.

Como ENFERMERO de geriatría pero también de Salud Comunitaria en el SNS (SACyL), he vivido durante esta eternidad que empezó hace menos de dos meses, y que no sabemos cuándo ni cómo ni si acabará, los momentos más duros de mi carrera. Y no he vivido poco:  a mis espaldas ya dos décadas de profesión, en continua pluriactividad, cientos de guardias en Atención Primaria, trabajo en geriátricos, institutos, colegios de educación especial, muy diversos servicios hospitalarios, asumiendo responsabilidades como campañas vacunales o cirugía menor entre otras muchas… Y nunca antes sentí una sensación de ir a la deriva en una minúscula barca, haciendo aguas, a merced de un viento que tan pronto sopla por babor como por estribor, aunque sin vela ni mástil que la sujete, sería casualidad llegar a buen puerto 


Permitan que les diga que sigo sin comprender tanta contradicción, tanto caos y falta de previsión. Cada día estrenamos protocolo nuevo, hay días que dos distintos, es así difícil aclararse; lo es para enfermeros y médicos, ¿Cómo no para la población general? No hay plan si no hay objetivos ni posibilidad de colaboración sin información...Por supuesto, a nosotros, los sanitarios nos compete lo que se llama "Educación para la Salud", pero ¿Cómo? ante tanto empeño en “DESalarmar”, en no tener consideración para tantos muertos y sus familias, si ha enlutecido la nación por la muerte de un exclusivo político, ¿no hay razones ahora para teñirse de negro un solo día en señal de RESPETO? No solo hay ancianos entre las numerosas víctimas de este monstruo incorpóreo pero sin duda, ellos se han llevado la peor parte, y al ocaso de su vida han recibido "miseria y olvido", desprotegidos ante una infección MORTAL en potencia, lo cual nunca se advirtió.

Nos desconfinamos pero no reflexionamos


Ahora estamos en estatus de "DESconfinamiento", y mientras unos aplauden, otros salen a correr, muchos hacen gala de sus cualidades culinarias recién descubiertas, y parecemos dormidos frente a una realidad trágica, triste y ruinosa, hay quien angustiado piensa que esto es la viva imagen del fin del mundo, carente de motivos para seguir anclado al universo, habiendo perdido negocios irrecuperables, empleo, o familiares de los que no tuvieron oportunidad de despedirse. Y todo esto al tiempo de la imposición de una nueva moda absurda imperante: buscar una razón cualquiera para el “DEScojonamiento”. A mi no me sale…de los testículos.


No se cual será la "nueva normalidad", pero en mi aflora un "nuevo pesimismo" porque no veo decisiones demasiado acertadas, ni futuro en una sociedad que vive al día sin dar muestras de respeto y dolor por la catástrofe que aún sigue haciendo de las suyas. Considero que para poder volver a una cierta rutina, es necesario que sepamos medir las dimensiones de lo acontecido, un plan con claros objetivos, y el pronóstico.  Se necesitan medios: mascarillas en cada establecimiento, en cada hogar, test para conocer la situación a tiempo real y poder adoptar medidas específicas e individualizadas, pero ante todo… “Educación para la Salud" para tener menos miedo a contagiarse que a contagiar, para utilizar correctamente guantes, mascarillas y Equipos de Protección, para confeccionar a falta de suministro por “rotura de stock”, o por cuanto acontezca, de forma casera máscaras y materiales de aislamiento...para que evitemos la " nueva transmisión vertical", desde balcones de pisos superiores a los vecinos que viven en plantas más bajas, para que no nos pasemos las torrijas ni compartamos objetos, que pueden estar contaminados,  para que seamos RESPONSABLES, en la medida en que es peligroso el contagio y la infección por SARS-CoV2, y para que seamos RESPETUOSOS con nuestros mayores que estamos perdiendo por miles y poco los recordamos.

Mejor mantengamos el “DESconfiamiento”.

¿Qué hemos aprendido de nuestros abuelos?

“Hay que dejar sitio para los jóvenes, por eso los viejos tenemos que morir..” solía decir mi abuelo “Salero”, fallecido hace más de seis años, cada vez que la muerte salía a relucir en alguna de nuestras muchas conversaciones que tanto añoro. Él me enseñó los valores, filosofía vital y pautas de comportamiento que no se aprenden en la facultad. “Espero que el día de mañana,   aunque puede que yo no lo vea, seas un hombre de provecho...y no que se aprovechen todos de ti, como le ha pasado a tu abuelo aquí presente...” ¡Por algo te llamaban Salero!, abuelo, desde este texto, me gustaría decirte que no hay día que no te recuerde (a ti y a mis otros abuelos a los que tanto quiero, aún en el vacío y en la distancia de su definitiva ausencia), y sí , he encontrado la felicidad en mi profesión, donde me siento útil, y por lo tanto “provechoso”, pero eso ya lo comprobaste tú en vida.  Lo que no pudiste ver es el desprecio hacia los viejos ; un desaire silente pero punzante, ahogado por áridos aplausos, enmascarado, oculto por los requerimientos de la Emergencia Nacional. Abuelos: vosotros cuidasteis de vuestros mayores; vivisteis  una niñez desprovista de todo lujo, supisteis lo que significaba ganarse el pan a base de sudor desde vuestra infancia. La guerra endureció vuestros corazones, aprendisteis el valor de la familia, de vivir el presente  quam minimum credula postero, con humildad y la justa ilusión por un futuro mejor. Criasteis a vuestros hijos, en algún caso también a nietos de los que también disfrutasteis, y os consagrasteis con vuestros biznietos. ¡GRACIAS! Vosotros y  otros muchos ancianos hoy mereceríais mucho más  que  esa  “actitud expectante”, en la que quienes os debemos cuidar nos hemos instalado para ser espectadores de una muerte anunciada, de los más tristes funerales que se  recuerdan, porque en muchos casos ni siquiera se celebraron.

Piensa en tus mayores en tu día a día


Por todo esto, ya en segunda persona si me permites el tuteo y porque he vivido muy de cerca la debacle, lector te ruego que pienses en tus mayores. Piensa en ellos al colocarte correctamente tu mascarilla  que no  manipularás una vez ajustada y que debería ser una prenda más de tu vestuario cada día; o cuando hagas la compra, evita tocarte con tus guantes , muy especialmente ojos, nariz o boca, porque a partir de este gesto, cualquier objeto que manipules, estará potencialmente contaminado. Evita las visitas innecesarias, pues la mayor parte de los infectados no desarrollan la enfermedad, pero la transmiten. Deja tu calzado cerca de la puerta, previamente desinfectado. Lávate las manos con mucha frecuencia y utiliza soluciones hidroalcohólicas siempre que sea posible. Aunque lo estamos deseando no es aún tiempo de besos y abrazos si el receptor es una persona con la que no convives cotidianamente. Recapacita y piensa en tus mayores. Lo que para ti quizás sea una particular “gripe”, o una infección asintomática en el mejor de los casos,  a otros  puede costarles la vida. SEAMOS RESPONSABLES.

No es momento para compartir objetos, de pasarse el postre recién cocinado de un bloque a otro. He visto imágenes de músicos de viento-metal con instrumentos diversos, repartiendo sus aerosoles por el espacio infinito, teniendo asomados a muy poca distancia a sus eufóricos vecinos, recibiendo alegría, música e imperceptibles proyectiles. Veo en supermercado demasiada gente con guantes frotándose los ojos o manipulando sus empañadas lentes y después con esas mismas manoplas tocar el pan o la fruta que acaban por no meter en su cesta. Veo en mi propio trabajo, sanitarios reunidos en una  pequeña salita tomando café y pastas cada día... observo demasiadas conductas susceptibles de contribuir al contagio. Por favor, pensemos en los más  vulnerables.


El progresivo “DESconfinamiento” me preocupa porque las actitudes irresponsables de unos pocos tendrán consecuencias graves en muchos. (Yo lo llamo “efecto percutor”) ¿Acaso alguien duda aún de la exponencial secuencia de adquisición de huéspedes del ya familiar coronavirus? Pensemos en las consecuencias para los más desprotegidos.

Poco sabemos aún de la patogenia y de la epidemiología del SARS-CoV2, pero parece claro que la información que se nos ofrecía en febrero, poco tiene que ver con la triste realidad. Todo apunta a que el microorganismo es capaz de permanecer largas horas suspendido en el aire de espacios cerrados, y contagiar de este modo, piénsalo cuando estornudes, y por favor, cubre tu boca y tu nariz. Acuérdate de tus “viejitos”.  Cuidado con lo que tocas, el “asesinovirus” geriatricida sobrevive en muchas superficies, por un tiempo determinado, según la naturaleza de las mismas, quizás demasiado largo; aprende a lavar correctamente tus manos, y cuando lo hagas, también piensa en los desvalidos.

Recuerda que tu mascarilla solo sirve si te la ajustas y cubre completamente nariz y boca, si te la retiras para hablar que es precisamente cuando más se necesita, es mejor que no la lleves.

Piensa todo esto, porque el agente causal de esta pandemia ,enemigo  intangible pero muy real, busca con avidez cualquier oportunidad, cualquier mínimo error para seguir expandiendo el terror y la destrucción; no es baladí que haya paralizado nuestro mundo tal como nosotros lo hemos conocido, nuestra burbuja de antropocentrismo consumista, de viajes frenéticos, de la búsqueda de inmediata satisfacción para todos nuestros deseos, de ilustrada idiotez internáutica… Repentinamente ha explotado, y su onda expansiva se ha llevado por delante muchas vidas, en su mayor parte víctimas inocentes que un día soñaron con un futuro mejor , pero no para ellos sino para nosotros.

 

 

Javi Prieto